Cuando se habla de gestión de personas, es habitual hablar sobre cómo hacer un buen onboarding. Y es normal: la acogida es una fase crucial para la integración de cualquier persona dentro de la empresa. Pero ¿qué pasa cuando esta etapa se acaba? Cuando alguien se va, ya sea por decisión propia o por parte de la organización, también se deben hacer las cosas bien.
Un buen offboarding – es decir, un proceso de salida bien gestionado es mucho más que una despedida. Es una oportunidad para cerrar el ciclo con respeto, preservar el clima interno y reforzar la imagen de la empresa. Y muchas veces todo esto queda desatendido o improvisado.
Así pues, ¿qué implica un buen proceso de offboarding?
1. Una comunicación clara
Cuando una persona se va, la comunicación interna es fundamental. Es necesario explicar los motivos de la salida con respeto y claridad (siempre dentro de lo que se pueda compartir), tanto a la persona implicada como al equipo.
Evitar rumores o incertezas ayuda a mantener la confianza y la transparencia dentro de la organización.
2. Recoger feedback
Una entrevista de salida puede aportar a la empresa información muy valiosa sobre el ambiente de trabajo, los puntos de mejora o las percepciones que quizá no se detectan en el día a día. Este feedback debe ser recogido con una actitud abierta, sin juicio, y analizado para detectar posibles acciones de mejora. Además, da al trabajador/a la sensación de ser escuchado/a y tenido en cuenta, y la oportunidad de explicar sus motivos.
3. Dejar bien cerrados los aspectos prácticos
Es necesario el traspaso de todas las responsabilidades: entrega de material, revocación de acceso a plataformas y resolución de tareas pendientes, para que la persona que se va lo haga con tranquilidad y seguridad, sabiendo que todo queda bien cerrado y gestionado. Además, evita posibles interrupciones o molestias futuras, facilitando una desvinculación respetuosa y profesional.
4. Cuidar los detalles hasta el final
Un offboarding bien hecho incluye aspectos prácticos, pero también detalles que transmiten respeto y agradecimiento: un mensaje de despedida, un reconocimiento al trabajo hecho y facilitar la transición.
Recordemos que cada persona que sale de la organización puede convertirse en una embajadora (o detractora) de la marca ocupadora. Está en nuestras manos que la persona se vaya contenta.
Impacto a largo plazo
La manera cómo se gestiona la salida de un/a trabajador/a puede influir en:
Si queremos empresas más humanas y coherentes, debemos cuidar todo el ciclo de vida del talento, desde el primer contacto hasta el último día. Y esto incluye, también, conseguir una buena salida.